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El tiempo pasa rápido y tras sus primeras proezas gateando, probando alimentos, aprendiendo a hablar y a andar, su primer día de “cole”, el primer diente que se le cae y demás hitos en el crecimiento de nuestras hijas, llega el día en el que empezamos a descubrir que su cuerpo comienza este recorrido sin retorno hacia la pubertad y adolescencia. En las niñas suele comenzar a partir de los 8 años y antes de los 14, con el crecimiento de vello en axilas y pubis, el desarrollo de los pechos y finalmente, la primera regla.
La primera regla a día de hoy, sigue siendo aún un tema que muchas madres y padres viven con ansiedad, y quizás, con pena. Mientras que los primeros pasos aplaudimos, grabamos en vídeo y compartimos a los cuatro vientos, la llegada de la menstruación, señal de correcto desarrollo de nuestra hija, que podría ser un motivo de alegría y de complicidad con las otras mujeres de la familia (madre, abuelas, tías, primas), se mantiene en secreto. En nuestra opinión, nos falta este pequeño punto de unión que facilite que las niñas puedan preguntar libremente aquello que les preocupe con respecto a sus reglas y a sus ciclos, la información que reciben es escasa y se reduce simplemente al hecho de utilizar este o aquel producto.
Ciertamente, la manera con la que como mujeres vivimos nuestra naturaleza cíclica va a marcar lo que nuestra hija perciba de positivo o negativo de esta nueva etapa. Podemos aprovechar a indagar un poquito más en nuestro propio conocimiento, sensaciones, sentimientos, percepciones, etc. a lo largo de nuestros ciclos. Hoy en día existen incluso diversas aplicaciones para móviles que nos ayudan a registrar nuestros cambios y así, conocernos mejor (www.helloclue.com).
También los hombres de la familia o del entorno (aitas, hermanos, abuelos) tienen un papel importante en la manera con la que las chicas establecen esta relación con su cuerpo y sus cambios. Comentarios peyorativos sobre la regla, mantenimiento de tabúes, incluso, ignorar su existencia no hace más que perpetuar el desconocimiento sobre un proceso normal en la vida de todas las mujeres.
Un propuesta: ¿por qué no una fiesta?, ¿un regalo (el “ratoncito Pérez” de la primera regla)?, ¿Un cambio en el pelo de nuestra hija? o ¿un cambio en su habitación? Seguro que se os ocurren otras ideas que hagan de este día un día especial.